La sucesión presidencial adelantada promovida por el presidente Andrés Manuel López Obrador aprovecha los vacíos legales en las reglas electorales para dar banderazo a un proceso interno que busca definir a su candidato a las elecciones presidenciales del próximo año disfrazado de un proceso democrático ajeno a los estatutos electorales bajo los que se rige la vida política de nuestro país.
Del otro lado, en la oposición, la cúpula partidista de la alianza Va por México representada por Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano deciden de manera unilateral y antidemocrática la vía por la cual la alianza decidirá a su próximo candidato a la presidencia de la república en el 2024. Sin contrapesos, sin rendición de cuentas y con ambiciones personales, las decisiones de tres partidos políticos se asumen con unos cuantos encerrados en una habitación con negociaciones sospechosas.
Sin un sistema establecido de elecciones primarias, México ha transitado en la nueva era de la democracia bajo el sometimiento de los intereses de los jefes de los partidos políticos impidiendo que esa misma democracia que pregonan hacia afuera pueda asumirse de igual manera en la vida interna de los partidos; pues en todos ellos el dedazo se mantiene más allá de los discursos permitiendo a las élites partidistas controlar los procesos y las reglas a conveniencia del momento y circunstancias actuales.
Subrayando que el ejercicio electoral de Morena bien podría estar cayendo en múltiples y diversas faltas a las leyes electorales del INE, parecería un buen momento para pensar en regular, de una vez por todas, las campañas primarias en nuestro país de una manera transparente y homogénea que impulse la politización de la sociedad, responsabilice a las cúpulas partidistas y empuje a que los partidos políticos se mantengan abiertos a la participación ciudadana.
Los partidos con una auténtica vida democrática interna suelen ser los eslabones perdidos cruciales en las democracias en desarrollo y en transición. Por el contrario, muchas democracias en desarrollo se ven envueltas en conflictos que surgen porque el poder está en manos de las élites de los partidos políticos en lugar de la sociedad.
Cada vez son más los partidos políticos en el mundo que se han abierto a elecciones primarias abiertas para la elección de sus candidatos a los puestos de elección popular. Partidos en Austria, Italia, Lituania, España, Reino Unido, Honduras, Países Bajos, Nigeria, y, por supuesto, Estados Unidos han adoptado métodos de apertura en la búsqueda de nuevas interacciones con los votantes, y por ende, de resultados electorales más justos y participativos.
Los estudiosos de los sistemas de votaciones primarias han señalado inconsistencias y contradicciones que pueden causar las primarias en las sociedades democráticas, pero existen beneficios comprobados de la apertura de los partidos, en especial en democracias jóvenes en donde los partidos han sido secuestrados por intereses cupulares en beneficio, no del electorado, sino de los políticos.
Sí los partidos comprometen sus propios recursos para financiar los procesos de democracia interna, incluyendo la compra de tiempo aire en los medios, debates entre los aspirantes y la organización de los comicios internos, sería una mejor inversión para la politización, que los gastos y desvíos de los que constantemente son señalados.
Son muchos los ejemplos en todo el mundo en los que los partidos políticos son simplemente vehículos para la autopromoción individual o espacios para que las élites políticas ajusten cuentas. Las democracias nacientes no solo necesitan partidos políticos: necesitan partidos políticos cuyas élites sean responsables no solo ante sí mismas, sino también ante grupos más amplios de ciudadanos.
Solo entonces es más probable que los partidos sean catalizadores de la estabilidad política y una mejor gobernabilidad. Así en México se podría aprovechar el momento de sucesión para plantear un verdadero debate sobre la necesidad de transparentar las decisiones e involucrar a más al electorado a través de estos procesos.
Empoderar a los votantes para que seleccionen a los candidatos de un partido es una decisión difícil. Sin embargo, a la larga, fortalece los cimientos y la competitividad del partido al expandir su base constituyente a un grupo más representativo de ciudadanos. Esta base más amplia da como resultado que los partidos políticos pasen de ser impulsores del conflicto a convertirse en un medio importante para prevenirlo.
Pero la creación de partidos políticos más democráticos requiere el compromiso de líderes que estén dispuestos a ceder su autonomía sobre los asuntos del partido y los tiempos no parecen guiados por estadistas que vean por la democracia ni siquiera en sus propios partidos.
Las elecciones primarias en México permitirían un mayor conocimiento de los candidatos, mejores capacidades para debatir las propuestas y plataformas, una mayor politización y acercamiento de la sociedad a los partidos políticos y garantiza que los partidos asuman los costos de los procesos de una manera abierta y transparente en beneficio de la vida democrática así como de la percepción de los ciudadanos con respecto a su función en la sociedad. Es un buen momento para pensarlo y debatirlo.
FUENTE: eleconomista