Así como en Estados Unidos sucede una revolución contra la imposición de las plataformas en temas como los derechos de autor, en México también se va a sacudir la industria, advierte el gremio en el marco del FICG 38; “la ley del dinero es la que no ha permitido legislar”, dice Inna Payán, vicepresidenta de la AMACC.
En los últimos 10 años, el mundo del séptimo arte ha dado un vuelco. Ante ello, a decir de la productora Inna Payán, vicepresidenta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), “no tenemos el andamiaje para entender cómo debemos seguir haciendo nuestro cine, apreciándolo y produciéndolo. Digamos que nos ganó futuro”.
Esta fue la provocación con la que este lunes iniciaron las mesas de conversación sobre industria organizadas por la AMACC en el marco del 38° Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG).
De la primera mesa tomaron parte tres integrantes del gremio cinematográfico mexicano de distintas generaciones, Eréndira Núñez, joven productora pero ya detrás de cintas como Nuevo Orden, Mano de Obra y La Civil; Mario Martínez Cobos, diseñador sonoro de más de 100 películas mexicanas y ganador del Ariel de Plata en cuatro ocasiones, y el historiador e investigador sobre cine nacional Guillermo Vaidovits Schnuerer, titular de la maestría en Estudios Cinematográficos de la UdeG.
¿Dependiente o independiente?
“La producción actual, en cierta manera, es independiente”, opinó Guillermo Vaidovits. “Al no existir propiamente una fuerza monopólica en la industria nacional, algo de qué independizarse, el conjunto de las películas tiene algo de los valores del cine independiente”.
Por el contrario, Mario Martínez opinó que mientras el grueso del cine mexicano llamado independiente siga supeditado a los fondos públicos, será un cine dependiente y que, en todo caso, una producción fílmica sin autosuficiencia no podrá existir sin modelos de distribución y exhibición igual de independientes. “Hay que motivar la creación de cines (independientes), las salas de barrio son totalmente relevantes. Eso motivaría que haya un público mucho más constante”.
Sin embargo, rebatió Eréndira Núñez, no hay cine independiente sin fondos públicos, puesto que ahora mismo no están dadas las condiciones para un retorno de inversión saludable para la gran mayoría de las cintas mexicanas. De ahí que, estuvieron de acuerdo, el cuello de botella de la distribución y la exhibición siguen siendo el gran tema a resolver.
Hay que trabajar con el Imcine para encontrar alternativas a la exhibición y hay que encontrar la forma de conseguir más fondos, porque todos los presupuestos se han encarecido con la inflación y la competencia es fuerte con las plataformas”, expresó ante la presencia en el público de María Novaro, titular del Imcine.
La productora puso como ejemplo el debate que sucede en Estados Unidos sobre el mismo problema, el asunto de la titularidad de los derechos de autor y la oposición del gremio ante los tipos de contratos que se firman con los servicios streaming.
“Está bien hacer películas para las plataformas, las necesitamos como productores para poder invertir el dinero que ganamos en otras cintas más grandes, pero es muy fuerte pensar que cuando haces una película para una plataforma y esta implica el mismo esfuerzo, y lo sufres y lo lloras (como en las cintas hechas para salas), terminas cediendo tus derechos para siempre, y nunca más vuelves a ver un peso. Si le fue bien a tu película en esa plataforma, el éxito no es tuyo. Por eso es comprensible que se esté sacudiendo Estados Unidos en ese sentido y creo que en México vamos a acabar sacudiéndonos también”.
Un desfase legislativo y presupuestal
Por lo anterior, Guillermo Vaidovits señaló que “frente al dinamismo del cine, nos encontramos con el estancamiento de la legislación. Las leyes no avanzan, no se actualizan a la velocidad de la industria. Tarda mucho tiempo en promulgarse una ley y en activarse”, y para cuando una actualización de la ley es viable, la industria ya dio otro vuelco, coincidió el resto del panel.
Mario Martínez Cobos sugirió que hay que revertir los modelos de financiamiento para provocar la reacción del Estado e impulsar el financiamiento público. Dijo: “si el gobierno da el mismo dinero para hacer cada vez más películas, tenemos que cambiar el paradigma y decir que ese dinero alcanza para hacer menos. En la medida en que vayan pasando los años se va a notar que el gobierno cada vez produce menos películas. Pero si se siguen haciendo cada vez más películas con menos dinero, el gobierno que sea se va a parar el cuello y va a decir que está aportando a la cultura de México. Porque (con este modelo) no hay una búsqueda de la excelencia y ése también es un problema”.
Finalmente, ante la pregunta de este diario sobre el aparente distanciamiento entre el gremio del séptimo arte y los representantes del legislativo, o por qué esos procesos legislativos están desfasados de las necesidades de la industria, Inna Payán respondió:
“Hay muchos intereses encontrados. Nosotros hemos promovido la ley desde hace más de 10 años y cuando llegamos a las cámaras después llegan personas que tienen otros intereses, hablan con diputados y senadores, y nuestra ley no pasa. La ley del dinero es la que no ha permitido legislar”.
¿Cómo le va al cine mexicano este año?
El próximo viernes, el Imcine presentará la edición 2022 de su Anuario Estadístico del Cine Mexicano en la Ciudad de México. El ejemplar es un referente no solo sobre la cantidad de películas producidas en un año sino sobre la participación de la industria audiovisual en el PIB nacional, entre muchos otros detalles.
FUENTE: eleconomista