
Ahora resulta. Donald J. Trump es un hombre respetuoso.
Textual: «…hay que decirlo: el presidente Trump nos trata con respeto en todas las llamadas que hemos tenido, que ya han sido varias…». Y no lo declara cualquiera, sino la mismísima Claudia Sheinbaum Pardo, la presidente de México, el país que el inquilino de la Casa Blanca utiliza reiteradamente como piñata.
En el balance público inmediato a su más reciente conversación con Mr. Trump –en la mañana del pasado 31 de julio–, la mandataria mexicana ofreció una verdadera Master Class sobre la imperiosa necesidad del pragmatismo más extremo en el ejercicio del poder. Algo así como una conferencia magistral sobre el arte de tragar sapos.
No worries. No intentaré polemizar con la Jefa de Estado, mucho menos ante la apabullante fuerza de las encuestas a su favor. Ni siquiera recurriré al recurso favorito de intelectuales y críticos: contrastar la pobreza de los hechos con la riqueza de mis deseos. Nada de eso.
Tampoco le cuestionaré el sesgo optimista con que todas las autoridades de todos los países casi invariablemente reaccionan ante cualquier problema bajo su responsabilidad. Hasta cierto punto creo comprenderla. Para eso tiene el púlpito de sus Mañaneras.
«… Tenemos el mejor acuerdo posible, comparado incluso con las demás naciones… Yo creo que fue un muy buen acuerdo, porque sencillamente nos quedamos como estamos; sin nada adicional, por parte de Estados Unidos ni de México. Entonces, fue un muy buen acuerdo y nos pone en una buena situación a nuestro país», aseguró la presidenta «con A».
Y remata, con contundencia, Marcelo Ebrad, su principal escudero para estos temas: «Entonces, mejor, no se puede».
Mantener por 90 días más la proverbial espada de Damocles sobre el pescuezo de la economía nacional, condenados a los aranceles ya impuestos desde finales de enero (automotriz, acero y aluminio), con un crecimiento esperado para este 2025 apenas por encima del cero (lo que también se presume) no debería ser causa de celebración.
Aunque claro, «en términos relativos» estamos casi en el paraíso.
Es cierto, se trata de Trump. Me ahorro la relación de escándalos, exabruptos, su historial criminal incluso. Los sobornos que abiertamente reclama (el Boeing 747 de lujo le dará Catar, las promesas de más de un millón de millones de dólares en inversiones de Japón y Europa) tampoco son tema. El emperador del mundo nos otorgó tres meses de gracia. «Entonces, mejor, no se puede».
Ciertamente, siempre podríamos estar peor. Ahí está Canadá y sus 5 puntos extras de penalización. Y a Zelensky le gritoneó, mandó submarinos nucleares hacia Rusia. Por eso digo, «mal de muchos…».
«¿Quién más tiene 90 días? Creo que nada más China; no sé si a algún otro país se lo vaya a dar el presidente Trump. Entonces, subraya un trato muy especial para México», asegura Ebrad.
» Todo esto se logró sin ninguna otra concesión, por parte de México», dice él.
«Ninguna otra», subrayo yo.
Y todo, tantas maravillas debido a que «ha funcionado nuestra estrategia de cabeza fría, temple y defensa con firmeza de nuestros principios» (CSP).
«…yo creo que él nos respeta y nosotros lo respetamos como lo que somos: vecinos electos por nuestros pueblos», subraya la mandataria.
Sobre las facturas políticas por pagar –el supuesto descabezamiento Made in USA de la narcocracia en nuestro país–, la presidenta científica fue extremadamente clara: «Naaa».
Al tiempo.
Por cierto, no es cierto que Estados Unidos vaya a intervenir militarmente en México y por sus pistolas para «erradicar» criminales y/o narco-políticos. No, por sus pistolas, no.
Nota MIlenio:
https://www.milenio.com/opinion/cesar-romero/tiempos-interesantes/mal-de-muchos