La tragedia en el CCH Sur marca “un antes y un después” en la historia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es un hecho sin precedente, pero no significa que la institución esté fallando a sus alumnos ni que la autonomía sea “extraterritorialidad” o “un obstáculo para actuar ante hechos delictivos. No somos un Estado dentro de otro Estado, nos regimos por las leyes de la República”, asevera el rector, Leonardo Lomelí Vanegas.
En entrevista con La Jornada, exhorta a realizar una capacitación inmediata y permanente de su personal de vigilancia, así como robustecer los controles de acceso. El reto mayor, admite, es atender la salud mental de los estudiantes, pues los jóvenes de esta era digital “son más difíciles de entender”.
Expone que el presupuesto para corregir los desperfectos de los planteles es insuficiente, aunque tuvieron ahorros con el examen de admisión en línea al bachillerato, el cual, adelanta, podrían aplicarlo para el ingreso a licenciatura.
Tiene confianza en que el presupuesto 2026 no tendrá reducción y celebra la relación con el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, porque ella “tiene sensibilidad especial para la academia”, pues egresó y fue investigadora en la UNAM.
El rector condena las agresiones (del presidente Donald Trump) a las universidades de Estados Unidos y comparte la visión de defenderlas, porque representan una “regresión histórica impresionante”.
Luto en el campus
Hace dos semanas, un hecho trágico quebró a la máxima casa de estudios del país. El lunes 22 de septiembre, en plena jornada escolar, un estudiante atacó mortalmente y sin mediar motivo a un joven alumno que en ese momento compartía comida con su novia durante un receso en las instalaciones del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur.
Inexplicable, inconcebible, inaudito. El hecho suscitó desconcierto y pánico en la comunidad de uno de los centros de enseñanza media más próximos al campus central de la UNAM. Y desde entonces hay más preguntas que respuestas, pero también numerosas evidencias de irregularidades de todo orden en la vida universitaria.
Lomelí Vanegas asume la dimensión de esa desgracia (en la cual un trabajador de mantenimiento también resultó herido). La UNAM “está de luto”, fueron sus palabras al día siguiente del homicidio.
Acepta que dentro del personal administrativo “siempre hay resistencias”, pero también se tiene ya buena disposición de su sindicato para aprender a dar respuesta ante situaciones como la ocurrida en el CCH Sur.
Pero más allá de revisar los controles de acceso y mejorar la infraestructura de seguridad, hoy el reto mayor consiste en atender la salud mental del estudiantado. Después de la pandemia, afirma, muchos jóvenes, sobre todo de bachillerato, han presentado depresión, ansiedad e ideación suicida.
El rector Lomelí descarta que la institución esté defraudando a sus jóvenes, aunque sí es el momento de “escuchar, dialogar, para construir espacios seguros; atender sus razonables demandas”.
Como en muchos otros incidentes en el campus, la controversia ha tocado de nuevo a la autonomía universitaria. Y Lomelí ataja el punto: “la UNAM no es un espacio aislado. No somos un Estado dentro de otro Estado. Nos rigen las leyes de la República y de las entidades en las que nos ubicamos; y cuando se comete un delito tiene que actuar la autoridad competente”.
Comparte su reflexión como historiador y economista de formación: los estudiantes de esta era digital “son más difíciles de entender, pero hay que saber llegarles”. Cuando se logra empatía, ellos “se toman muy en serio su compromiso”. Es una generación distinta, a la que estamos obligados a escuchar e involucrar, para convertirlos en aliados.
Desde la semana pasada, facultades, planteles del CCH y de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) han emprendido reparaciones y otras obras para mejorar los espacios físicos. “No significa que se hayan desatendido”. El año pasado se destinaron alrededor de 380 millones de pesos “estrictamente” para los bachilleratos, pero ha sido insuficiente.