Las autoridades proyectan un aumento del trabajo infantil en todo el mundo a raíz de la crisis generada por la pandemia de Covid-19. En nuestro país esta cifra podría llegar a 3.5 millones de niñas, niños y adolescentes participando en el mercado laboral.
La tasa de ocupación de menores de edad que trabajan en ocupaciones no permitidas en México es de 7.1%, puntualizó Omar Estefan Fuentes, director General de Previsión Social de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS). Y esta cifra podría ya ser mayor debido al impacto de la pandemia en la economía de las familias.
De esta manera, de los 3.3 millones de niños, niñas y adolescentes que se estima que conforman el trabajo infantil en México, cerca de 2 millones lo hacen en labores peligrosas o no permitidas. El resto, 1.3 millones, trabaja en condiciones no adecuadas o en actividades no remuneradas, según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI).
Casi la mitad de las y los menores que realizan tareas peligrosas en el país están “transportando cargas pesadas, empuñando machetes en fincas, trabajando en minas o siendo objeto de abuso físico, emocional y verbal como empleados domésticos”, abundó Mary Ellison, agregada Laboral de la Embajada de Estados Unidos en el país.
En el marco del foro Acciones para la erradicación y la remediación del trabajo infantil en el sector privado y su cadena de suministro, organizado por Save the Children y El Centro por los Derechos de la Niñez y Empresas, la funcionaria estadounidense expuso que “en México hay niños y niñas sometidas a las peores formas de trabajo infantil, entre ellas la explotación sexual con fines comerciales, a veces como consecuencia” del tráfico de drogas.
“También realizan tareas peligrosas en la agricultura”, como en la siembra y cosecha de chile, café, caña de azúcar y tomates. “Más del 53% niños y niñas están en el sector de servicios, trabajando en las calles, en venta ambulante y en la intensidad del lavado de automóviles. También en salones de belleza, restaurantes, bares y cafés”.
Más del 16%, continuó, labora “en la fabricación de calzado, muebles, indumentaria, artículos de cuero y textiles y finalmente, en la construcción y minería”.
Estimaciones oficiales al alza
A decir de Mary Ellison, es muy probable que el número de niñas, niños y adolescentes en trabajo infantil haya aumentado en todo el mundo y en México, dados los impactos desiguales y a largo plazo de la pandemia de covid-19.
Eso lo sabremos en las próximas semanas, cuando el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dé a conocer los nuevos resultados de la ENTI, la segunda edición de esta investigación que, nuevamente, se realiza con presupuesto mexicano y estadounidense.
Sin embargo, en 2020, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó que por cada punto porcentual de incremento en la pobreza, el trabajo infantil sube 0.7 por ciento.
La ENTI de 2019 indica que, en la medición amplia, en nuestro país más de 3.3 millones de niñas, niños y adolescentes se encontraban laborando. De esta manera, y de acuerdo con las proyecciones de la OIT, la pandemia podría haber elevado la cifra a 3.5 millones de menores de edad en trabajo infantil.
La información disponible señala que, partir de 2020, aproximadamente 160 millones de niñas, niños y adolescentes en todo mundo “estaban involucrados en el trabajo infantil”, dijo la funcionaria estadounidense.
Dicha cifra representa un aumento de 6.5 millones desde la última medición realizada en 2016, agregó. “Si bien el trabajo infantil es particularmente frecuente en los países menos desarrollados, muy pocos países se quedan sin impactos. Incluso en un país relativamente rico como en los Estados Unidos hemos encontrado un aumento de 69% en la cantidad de niños que trabajan ilegalmente desde 2018”.
Dos pasos clave para comenzar
El trabajo infantil es un problema multifactorial, señaló Omar Estefan. “Es necesario que distintas instancias de gobierno participemos de manera activa, en el ámbito de nuestras facultades, para erradicar este problema”. Pero también se requieren acciones decididas de las empresas y los sindicatos, agregó.
“No existe una solución única para poner fin al trabajo infantil”, apuntó Mary Ellison. Las respuestas deben adaptarse a los diversos entornos en los que se produce” este problema. Para la experta en derecho laboral y derecho internacional, el primer paso corresponde a los gobiernos: adoptar leyes y asignar recursos suficientes para hacerlas cumplir de manera efectiva.
El Departamento de Trabajo de Estados Unidos ha provisto a México de más de 180 millones de dólares para proyectos relacionados con el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), de los cuales, 60 millones de dólares son para el combate al trabajo infantil, informó la funcionaria.
El segundo paso es asegurar la transparencia y la rendición de cuentas en la cadena de suministro. “Desde el supermercado, el estacionamiento de automóviles o los estantes de moda y los restaurantes de comida rápida; hasta el campo, la mina y la fábrica”.
Recientemente, la STPS emitió la Guía para personas empleadoras en la prevención y erradicación del trabajo infantil y la protección de adolescentes trabajadores en edad permitida. El documento señala las condiciones generales de trabajo para estos casos, como el contrato, la seguridad social y las prestaciones. También contiene una lista de labores consideradas peligrosas o insalubres en las cuales queda prohibida su contratación.
En este punto también es necesario hacer cumplir el T-MEC, señaló Mary Ellison. “Las empresas saben que el trabajo infantil no es correcto, pero el argumento moral a menudo se pierde ante los incentivos económicos”. Por ello las consecuencias “deben ser lo suficientemente onerosas”.
El cumplimiento de los derechos laborales en general contribuye a erradicar el trabajo infantil forzoso, no permitido, peligroso y no remunerado.
“Cuando los empleadores respetan la elección de sus trabajadores de formar un sindicato o negociar colectivamente, cuando ofrecen trabajo decente, un lugar de trabajo seguro y saludable y un salario digno las familias, las comunidades y toda la fuerza laboral tienen más estabilidad y menos probabilidades de recurrir al trabajo infantil”, concluyó la agregada laboral.
FUENTE: eleconomista